Spencer W. Kimball
“Hay
personas casadas que dejan vagar sus ojos y su corazón, que piensan que
no es impropio coquetear un poco, compartir su corazón y desear a otra
persona que no sea el cónyuge, [pero] el Señor dice de una manera
contundente: ‘Amarás a tu esposa con todo tu corazón, y te allegarás a
ella y a ninguna otra’ [D. y C. 42:22; cursiva añadida].
“Y
cuando el Señor dice todo tu corazón, no da la opción de compartir ni
dividir ni privar. Y para la mujer se parafrasea: ‘Amarás a tu esposo
con todo tu corazón, y te allegarás a él y a ningún otro’. Las palabras
ningún otro eliminan todo y a todos. El cónyuge se convierte entonces en
un ser primordial en la vida del esposo o la esposa, y ni la vida
social ni la vida laboral ni la vida política ni ningún otro interés o
persona o cosa tendrá jamás precedencia sobre el cónyuge”
(Conference Report, octubre de 1962).
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